Había una vez... solo una vez...



Ahora a mi nardo alto, sencillo, y blanco... se le seco el perfume.


La naturaleza es sabia,
cada vez que toco una de tus flores muertas, secas e inoloras;
se deshacen como el recuerdo de tus labios diciendo lo que no hiciste
y se desvanece como mis lagrimas en esta piel desnuda
que una vez... fue tuya.

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